En ocasiones, los estudios hollywoodenses todavía pueden sorprendernos con sus propuestas de horror. Ahí tenemos casos cómo La noche del demonio o El Conjuro que triunfan en crear franquicias a partir de una estructura clásica pero que presenta un nuevo universo de antagonistas al cual temerle. Lo mismo ocurre ahora con El Teléfono Negro, producción de Universal Studios dirigida por Scott Derrickson en su reencuentro con Ethan Hawke en el género.
Basada en una historia del maestro del horror, Joe Hill, y bajo una gran campaña publicitaria y un fuerte apoyo del boca a boca entre el público, estamos ante un estreno de calidad que sin arriesgarse mucho fuera del molde, logra buenos resultados y debuta otro rostro para tus pesadillas (inspirado en la apariencia de Lon Chaney, por cierto).
El Teléfono Negro, un excelente híbrido sobrenatural
Ambientada a finales de los 70 en un suburbio estadounidense, El Teléfono Negro narra la historia de Finney, un joven que es secuestrado por una infame figura conocida como El Raptor. En su cuenta, van varios chicos del vecindario que no corrieron con la suerte de sobrevivir, incluido el mejor amigo y cuasi mentor del protagonista.
El niño es encerrado en un sótano a prueba de ruido donde su única compañía, es un misterioso teléfono sin línea… Pero capaz de recibir llamadas de los espíritus de las víctimas anteriores del asesino. Ellos ayudarán a Finney con pistas para escapar antes de que se convierta en el siguiente desafortunado.
A la par, su hermana, Gwen, comienza a tener una serie de sueños donde conoce la historia y perfil de cada uno de los chicos asesinados y que la guiarán en un emocionante rescate.
El Teléfono Negro juega muy bien con elementos sobrenaturales para darle la vuelta al otrora cliché del niño abducido por un ente sicótico. La manera en que Finney interactúa con las fuerzas del más allá es interesante y ayuda a generar una mayor empatía con cada uno de los casos. Todo en el pasado se vuelve relevante y no queda como “una cifra más” en los crímenes del asesino. En especial, le permite al jovenazo desarrollar este potencial reprimido que de otra forma, no habría explotado. Nada es gratuito, todo lleva una causa y se agradece.
Cuando llega al punto en que la historia de su hermana se cruza, es una maravilla. Las escenas donde ella experimenta el dolor de cada alma atrapada en ese sótano son increíbles gracias a una estética única que se aparta del resto del filme. Lo mejor es que tiene unas dosis de humor negro divertidísimas gracias a su fanatismo religioso que llega a cuestionarse en varias partes. “What the Fuck, Jesus?”, joya de diálogo que grita frente a su pequeño altar en su lapso de incredulidad.
Gracias a ella tenemos otra lectura de lo que ofrece El teléfono negro: un mundo de adultos incompetentes. Entre el padre abusivo, los detectives testarudos y un vecino paranoico adicto a la cocaína, la resolución del conflicto recae en este vasto mundo de posibilidades que solo la astucia y el instinto de los niños pueden ofrecer. Bien dicen que siempre hay que creerles. Sin embargo, aquí también se devela la gran flaqueza de la película: lo débil de su villano.
Es bueno ver a Ethan Hawke en este tipo de papeles pero la mayoría de sus intervenciones, son de un carácter demasiado pasivo. Hay momentos donde, acorde a los relatos de cada espíritu, se esperaría acciones más violentas de su parte, sin limitarse a un rol tan espectador. Incluso se llega precipitado al clímax sin realmente sentir una presión enorme sobre sus hombros para ser descubierto. Ya cuando se lo propone y hasta juega con las reacciones de su máscara, la actitud sí logra conectar con el anhelado terror que uno cómo espectador, espera.
Scott Derrickson es un director errático en su filmografía. De repente tiene aciertos como El Exorcismo de Emily Rose y Siniestro (también junto a Ethan Hawke). Luego saca inmundicias del tamaño de Deliver Us From Evil o su remake de El día que la Tierra se detuvo y uno no puede evitar preguntarse donde quedó su ingenio.
Con El Teléfono Negro, al fin logra conectar con una excelente construcción de personajes y secuencias llenas de tensión, rara vez cayendo en los jump scares baratos que envician a la industria. Hasta ahora, es una de las mejores películas de terror del 2022.
El Raptor nos da a los fans del género un nuevo villano al cual darle su propio culto. Puedo visualizar figuras y máscaras coleccionables a futuro. Bonus polvoroso: salen varios rolones de rock setentero, ¿qué más se le puede pedir a la vida? Corre a verla.
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